martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 23


Celebrando en el desierto



Solo falta un día para que llegue. Qué dirá cuando me vea, qué diré yo. Espero que no esté muy cambiada, se fue hecha una señorita de clase media alta, una chica bien, y puede que vuelva convertida, seguro que por sus amigos, como una bohemianwomanhippieplatense. Sea como sea acá voy a estar. La iré a buscar a la terminal, la acompañaré hasta su casa, me invitará un café o unos mates, luego de una charla nos tomaremos las manos; me puedo imaginar el resto pero me resulta demasiado pretencioso e irreal, con tocar sus manos me conformo.
Qué domingo innecesario. Hasta ahora solo almorcé, no hice nada productivo, solo me decidí salir a caminar. Caminar por la ciudad, hoy desolada, una tarde de otoño, pensando que si sería parte de una película ésta podría ser una gran escena, donde la nostalgia y la filosofía se mezclarían entre el sonido que hago al pisar las hojas secas y el paisaje que nos prestan aquellos negocios cerrados. “Parece que el cielo es un techo que se aproxima cada vez más a mi cabeza”, se escucharía en off aquel pensamiento y las chicas quedarían fascinadas con tan poco, sin embargo la crítica especializada se encontraría lejos de aquella ingenua apreciación, pero eso a nadie le importaría, ni a ellos.
Es una tarde de mucha presión, por momentos el aire tiende a concentrarse en mis oídos y el frío se filtra por mis medias bicolor. No se ve a toda esa muchedumbre caminando, entrecruzándose, solo unos pocos transeúntes desparramados en la plaza. Me siento muy a gusto en este desierto, necesito celebrar esta soledad transitoria con una cervecita en lata y un cigarrillo. Aquel kiosco está abierto.
Gracias, fuego tiene, gracias, hasta luego.
Qué placer tan triste, pero qué placer.
La ciudad hoy está desierta. En estos momentos es cuando mas quiero que regrese Verónica, me acuerdo de una tarde así de fría en la que caminábamos agarrados de los brazos y parecíamos esa tapa de Bob Dylan o la película esa donde se recrea la misma imagen.
Ella me prometió que a su regreso estaríamos juntos como en aquellos días, espero que el monstruo no se entere, y si se entera que se la banque, nunca hizo nada para recuperarla, esperó y esperó. Yo en cambio, mas despierto, la encaré en el bar y pasó lo que pasó. Lo único que quiero es tenerla conmigo. Me acuerdo que buscaba excusas para salir con ella y Corrientes me miraba y yo sabía que él sabía y él sabía que yo sabía que él sabía. El monstruo creo que nunca sospechó nada.
Hace cuatro años que no la veo, ya se recibió y pretende volver en esta semana a la ciudad que la vio nacer y hacer un montón de cosas más. Yo pretendo agarrarla y no dejarla ir más.
Seguiré caminando.
Qué hermosa y qué horrible está la ciudad. Qué fría está la cerveza. Celebraré este desierto con otra lata.
Hola, te agarro una latita, sí, tengo justo, gracias, hasta luego.
Y qué hermosa y qué horrible está la ciudad. Y qué fría está la cerveza.
Seguiré caminando.
El sonido producido por las hojas cuando las trituro con mis zapatos.
Mis pasos y mi infeliz pensamiento.
Solo un kiosco abierto, el resto de las persianas bajas.
Lo disfruto mientras lo detesto.
Qué triste, qué placer tan triste.
No veo la hora de que vuelva.

domingo, 29 de mayo de 2011

Capítulo 31

Donde el monstruo le contó de su viaje a Tasmania al fraile francés perdido en la ciudad de Airas



-          Todo fue desbastado, se ve que las bombas incendiaron gran parte de la flora de esa selva sureña. Ni te cuento de la fauna, creo que quedaron dos o tres bichos dando vueltas por ahí, por lo menos fue lo que alcance a ver en mi corta estadía. Éramos famosos por nuestra valentía, tanto fue así que nos llamaron el Escuadrón Suicida. Yo encabeza el grupo y mis cuatro compañeros seguían mis pasos ciegamente, ellos confiaban en mi intuición, y mi inteligencia, que para ese entonces era considerada una gran virtud inhumana por su ilimitada expansión. Como verá, el tiempo pasa y uno cambia, naturalmente. Pero allí nos encontrábamos, en una tierra desconocida arrasada por tropas chinas que habían pasado descargando su orgullo patriótico en forma de fuego. Algunos pocos pueblitos se salvaron de aquel terror, otro sufrieron daños irreparables. En fin, como le decía, nuestra misión era hacer renacer esas tierras, ir a plantar árboles allí donde todo era carbón, por ejemplo. Tuvimos que, con unas pocas palas y algunas bolsas de consorcio que nos facilitaron habitantes del lugar, juntar todos esos pedazos de cuerpos humanos y restos de animales casi putrefactos, lo mismo hicimos con esa fauna completamente carbonizada. Fue un trabajo arduo, tengo que admitirlo, pero peor fue lo que nos esperaba en la primera cena que tuvimos en uno de los pueblos más cercanos. Amigablemente, una familia nos invitó a comer a su casa una noche. Entramos en una cabañita muy precaria cuyo olor nunca olvidaremos, es el día de hoy que me acuerdo y…

El monstruo lanzo un vomito púrpura producto de aquel recuerdo y de su anterior indigestión facilitada por tres copos de azúcar del mismo color. Levantó la vista y vio que, sin querer, había ensuciado las botas del fraile cuyo rostro solo se desfiguró lo necesario para hacerle entender al monstruo aquella ridícula situación. Avergonzado éste se agachó y pasó a limpiarlas un poco con la manga del pulóver gris que llevaba puesto.

-          Perdón, no quería… le decía, el lugar era horrendo, realmente. Los miembros de la familia eran solo tres: un hombre barbudo y sucio, una mujer barbuda y sucia y un niño de apenas siete años, calculo, barbudo y sucio. La cordial bienvenida nos dejó tranquilos a pesar de lo odioso que nuestros ojos y narices podían percibir. Ni bien nos sentamos en la mesa salió la mujer de la cocina trayendo una olla enorme en sus manos, logrando un poco de equilibrio apoyandola en sus pechos y mojando sus barbas con el contenido torpemente. La apoyó en la mesa y empezó a servir. Qué buen momento, pensamos. Aquel rico aroma, y que dios me perdone, era realmente tentador. Todos devoramos esa especie de puchero; el hombre, la mujer y el niño terminaron sus platos mucho después que nosotros, se lo tomaron con más calma. Me llamó la atención que mientras comían recitaban una especie de oración, como si todo aquello fuera un rito religioso y nosotros estábamos siendo participes de ello. Fue por eso que mi inquietud me llevó a preguntarles de qué se trataba todo aquello, ya que las oraciones eran recitadas en un idioma que todos desconocíamos y que, claramente, no formaban parte de la comunicación cotidiana de esta gente. Así fue que el hombre, en un ingles-alemán muy entendible, nos dijo que estaban recitando La Oración de la Muerte dentro de la Vida. Por lo que entendimos habíamos formado parte de un ritual muy común en aquella región y le cito textual, tal cual lo leí, años después, en El Libro de la Muerte Viviente: “tras la muerte de un ser querido la carne de éste será cocida junto a papas y zanahorias y formará parte de un banquete donde los participes podrán ser tanto familiares como gente completamente extraña al grupo. Los familiares estarán obligados a comerlo rezando La Oración de la Muerte en la Vida de manera constante y repetitiva, aquellos extraños invitados podrán eludir ésta última e inútil tarea”[1]. Sí, nos comimos a sus dos hijas sin darnos cuenta. Aquellas pobres criaturitas habían sido tiroteadas por unos soldados chinos que deambulaban borrachos por el pueblo; al parecer, a manera de diversión, volaron de dos tiros sus pequeñas cabecitas. Y el padre no pudo hacer nada y los soldados huyeron. Y nosotros tras este relato vomitamos en cada rincón de la cabañita, pero la sensación que teníamos era que ellas estaban dentro nuestro. De ahí en más llevaría conmigo a aquellas muertas dentro de mi cuerpo, que permanecería allí no más de dos semanas más juntando los restos de la flora y la fauna del lugar. Ningún psicólogo te salva de esa, sabe. Bueno, esa es una, nos pasó de todo. Una vuelta estábamos tirando semillas para que crezca el pasto en esa exterminada y regenerada tierra cuando de pronto vemos que se aproxima un tipo, que a lo lejos habíamos deducido que se trataba de un chino. Este tenía una sola pata y se sostenía con una rama, no estaba armado. Dejamos que llegara a nosotros, ese inválido nada podía hacernos, pensamos. Sin embargo, éste, a solo cuatro metros de distancia, se quedó mirando fijo a mi compañero Marcos y empezó a levantar un brazo, de su puño cerrado comenzó a moverse el menique de manera independiente. Se movía con gran velocidad hasta que de a poco alentó su movimiento y permaneció erguido, señalando a Marcos, que parecía encontrarse poseído por aquella extraña coreografía, al parecer milenaria, realizada por el chino. El pequeño dedo había aumentado su tamaño y seguía creciendo, quisimos detenerlo pero no podíamos mover los pies del suelo, como si una fuerza proveniente de la mente del oriental impedía nuestra reacción corporal. Y el menique ya estaba a la altura de su índice y seguía creciendo, miré el cielo y lo vi teñirse de violeta a medida que la tensión ardía…

El fraile, con disgusto y un chasquido de dedos, interrumpió al monstruo diciendo:

-     Disculpá, migó. Yo soló queriá saberlo qué lugar es esté. Nada más.

A lo que el monstruo, con desgano y simpleza, contestó:

-     Ud., señor, está en Airas.


[1] Anónimo. El libro de la Muerte Viviente, en La Oración de la Muerte dentro en la Vida, Pasaje Sorofenoticlo 18B, Pág. 781.

jueves, 26 de mayo de 2011

Epílogo

Para acabar de una vez por todas conmigo


Ya no puedo hacer mas nada, todo se ha perdido. Los personajes se han rebelado, me han dicho que tengo que poner fin a esta historia, justo en pleno desarrollo. Se los juro, si era por mí la seguíamos, pero tanto el monstruo, como Corrientes, Córdoba, Verónica, Laura, Areno, etc., se han cansado. En este momento están haciendo una sentada en la puerta de mi cerebro y no dejan que mis dedos se muevan para escribir sobre ellos. Sin embargo, tengo que decir que me han dado la posibilidad de escribir sobre algún otro asunto, en éste caso un epilogo o comunicado para informarles de tan penosa situación.
Realmente han acabado conmigo, me vi forzado a darle un repentino final a esta maravillosa historia, aquel capítulo último (44) debía seguir su curso normal y desembocar en un lugar que había pensado hacía mucho tiempo, sin embargo estos personajes, creados por mí, dato no menor, han hecho trizas esa idea y dejaron de moverse, de pensar, de hablar, de interactuar. Con lo cual no tuve mas remedio de acabar con todo ahí mismo.
Sé qué se estarán preguntando: “¿qué pasa con los otros ciudadanos airanos? ¿no podrías darle vida a algún personaje nuevo para seguir con los relatos?”
Las respuestas que puedo elaborar en este momento, para tranquilidad de Uds., son dos: en primer lugar, todos los airanos apoyan el reclamo de ésta gente y de ningún modo permitirían que los use para fines literario; en segundo lugar, no podría cerrar la historia sin estos personajes, sería como echar a Michael J. Fox para que, en Volver al Futuro 3, Johnny Deep cierre la saga entre caballos y pistolas, todo un despropósito.
Repito: han acabado conmigo.
No me queda más que pedirles disculpas a los lectores y rogarles a todos Uds., amables personajes, que reconsideren la posibilidad de trabajar conmigo en una nueva historia donde puedan desarrollar sus situaciones, ahora ya mas descansados, y puedan, también, atender a las demandas de mi entusiasmo.

Elecé

martes, 24 de mayo de 2011

Esta sonando... sigue sonando... ahí atendió


"Hola, ¿Litto? Qué tal, David habla. Escuchame, ¿te metiste en el blog de Lucas Carlos? Claro, elecé. ¿Qué esperas, gato? Esta re bueno, eh. Después, sabes qué, pasame por msn el temita ese de las Manías de Valeria o de Graciela, no sé. Che, te dejo por que en la otra línea lo de tengo Mick, seguro para decirme que le lleve la remera que dejó ayer en casa, es un colgado. Nos vemos. Cariños"

Gracias, David Bowie

ELECÉ, te saluda

Capítulo 29

Lo poco que se pudo escuchar durante la fiesta que el monstruo imaginó mientras viajaba en colectivo

¿Desde cuando enterramos a los muertos? Quiero decir, debió comenzar en algún momento esta costumbre.
Viste, lo nuevo de Wothdsert, tiene un diseño re copado con telas chinas, re innovador.
Me dejó y se llevó a Ramiro, tengo que hablar con la abogada ahora.
No se, Miguel. No todos enterramos a los muertos, hay culturas que no tienen esa costumbre.
Me trajiste otro trago, ¿qué tiene éste?
Uh… temazo
No entiendo el concepto de Wothdsert… que linda pollera tenés
Si, no te digo que se fue. Me da cosa Ramiro, tan chico…
Le puse una pastillita a eso…jajaja!!! No, mentira, tomá tranqui…
Che, esto se pondrá en algún momento, no pasa nada… igual hay cada mina, mirá esa de pollera, está hablando con ese gil… no se puede creer
Eran los vikingos los que los largaban al agua en una balsa prendida fuego, ¿no?
Ahí llegó Areno, es un boludo pero el tipo siempre trae buenas cosas.
Espero que en algún momento cambien un poco de música, este disco está sonando hace rato, debe ser la segunda vez que lo escuchamos, un embole.
Chicas, ¿cómo están? No saben lo traje hoy, preciosas.
Malisima esa peli, Macu, osea, no quiero ser ortiba, pero tipo…osea, yo no la entendí, ¿no?, pero… a ver…decime, era un profesor que le quedaba poco, estaba por morir, ¿por qué se llama Fresas no sé qué? Nada que ver, boluda.
Debe ser puto, mira como le toca la ropa, no se la quiere levantar ni en pedo, Carlos.
“Que los lleva hasta el peaje para un corto viaje…”
Mirá ese boludo, ¿Quién se pone eso en la cabeza? Parece un tanguero, o más bien se parece a Antonio Ríos.
Pensá que hay muchos cadáveres pudriéndose en éste momento, bajo tierra, si seguimos unos mil años mas, todo el planeta estaría conformado por otra materia, una materia derivada de los huesos, mas que Tierra, se debería llamar Hueso.
Lo tenías que ver, Horacio. No entendía nada pobrecito, yo le explicaba que “ahora papá se quedaba cuidando la casa unos días mientras Uds. visitan a la abuela”, casi me muero cuando me abrazó.
¿Vos conoces el Arte Puch? Es anterior al Arte Bang, es re loco, osea, agarran a un animal, lo atan como para que no se mueva en un coso, es como un happening, y después cada uno pasa cerca del animal se tiene que quedar mirando fijo al bicho a los ojos durante 5 minutos, así hasta que el bicho se quede dormido, o se muera, no sé.
Ahí sacó merca el boludo, qué asco, todos tomando ahí, se van a aspirar entre ellos… mirá a la rubia, está lamiendo la mesa, boludo, uh… ¿tu celular tiene para sacar fotos?
“Te recuerdo verte caminar como hermano…”
Estas en auto, ¿no? Después tirame hasta el centro que estoy a pata.
Hola, ¿Cómo te llamas? ¿querés que te traiga algo para tomar?
Todos los que estamos acá, tarde o temprano, vamos a dejar de respirar. Depende la decisión de cada uno, pueden ser cremados o enterrados, sin embargo, eso es materia. Vamos a formar parte del planeta, aun muertos, en formas insignificantes, pero estaremos ahí dando vueltas, seremos cenizas nadando en el mar y un cuerpo que sirva de alimento a los bichos a no sé cuantos metros bajo tierra. Ves esa modelito ahí parada, Gustavo. Bueno en cualquier momento se la estarán morfando los gusanos, qué linda imagen, ¿no? O tal vez será cenizas, o tal vez toda esa merca que está dispuesta en aquella mesa son las cenizas de algún familiar de Areno.

sábado, 21 de mayo de 2011

Capítulo 12

Elenanochupacú



El goce sexual, como el amor incondicional que siente Corrientes por Verónica, no tiene fronteras. Tanto hombres como mujeres, a lo largo de la historia, fueron haciendo que el  camino hacia el orgasmo sea un lugar donde convivan la creatividad con el placer tranquilamente. Las variantes son conocidas, mucho se ha escrito y mucho se escribirá al respecto. Cabe decir que el acto, y si todo sale como lo planeamos, tiene siempre el mismo desenlace; solo las variantes, de aquel recorrido cuyo destino anelamos, pueden ser combinadas para lograr una dimensión acaso mas interesante y, claramente, mas satisfactoria. Claro que cada quién elige (en el caso de que esté acompañado, que su pareja esté de acuerdo no es menos importante) qué pinceladas puede darle a tales movimientos. Los gustos son solo gustos, y sobre esto no hay nada escrito… hasta hoy, donde pasaré a relatarles sobre los estragos que, un personaje que la prensa argentina bautizó como “elenanochupacú”, causó a los ciudadanos de Airas.
Debo adelantarles que tales acontecimientos causaron conmoción en todas partes de Latinoamérica, ya que la noticia no dejó de transcender, y que en Buenos Aires se llegaron a tomar medidas de prevención en varios de los espacios públicos de la ciudad. Sin embargo, lejos de ellos se encontraba tan odioso personaje, su lugar de acción se encontraba en el parque Clemente, ubicado a pocas cuadras de la facultad de psicología.

Era allí donde irrumpías en la tranquilidad de tan amable ciudad, enano endemoniado, era allí donde los gritos hicieron que los pájaros no volvieran a posar mas en las ramas de aquellos eucaliptos ni los ancianos se sentaran jamás en sus bancos, era allí donde tus victimas salían con humedad entre las piernas, era allí donde chupabas esos culos[1].

Todo consistía, y esto lo confirman los testimonios de victimas y testigos oculares, en bajarles un poco la ropa interior y chupar rápidamente:
“Venia con los libros en el brazo, iba para la facu. Cruzo el parque por el medio, para llegar más rápido. Y en eso veo que entre los arbusto sale un hombrecito desagradable que me grita, con gesto arengador, “vamo la acadé” y cuando me quise dar cuenta no lo tenía mas en frente de mí, lo tenía atrás chapándome el orto”.
 Tales palabras salieron de la boca de su primer victima: Juan Vicente Catan, estudiante de psicología, 23 años, soltero. La declaración fue tomada en la seccional 14, a pocas cuadras del hecho, según aseguró a la prensa el cabo Rodríguez el muchacho “se encontraba medio ido, y a cada rato me pedía un poco de agua, medio raro, qué enano hijo de puta, che”.
El rumor empezó a correr y al poco tiempo los vecinos mas próximos a la zona peligrosa fueron tomando diversas precauciones, algunas insólitas[2], sin embargo el enano seguían acechando a más y más victimas. Al parece este hombrecito solo encontraba excitación cuando metía allí su lengua y empezaba a moverla furiosamente. Y no lo hacía por que estaba loco: según la opinión de diversos estudiosos de la psiquis él lo hacía por la única necesidad de satisfacción, que era un medio por el cual ésta persona podía llegar al orgasmo al instante. Lo interesante es que no discriminaba entre ningún ser viviente, todo le daba igual, bastaría nombrar el caso de Chumba, aquel entrañable perro, tan conocido por los vecinos, que después de haber pasado por la chupada de este infame personaje, dejo de ladrar hasta el día de la fecha.
A medida que más gente caía en sus garras, las noticias trascendían los límites de la ciudad y ya podíamos ver a los noticieros de Buenos Aires dar a conocer estos terribles hechos, al igual que los diarios de gran tirada a nivel nacional. Y gracias a Internet esto llegó aun más lejos. Pero lo importante es que hoy este terrible enano ya no ataca más a los corrientes, aunque un tanto complejos, ciudadanos de Airas. Querrán saber el fin de esta historia (historieta…). ¿Cómo fue que el enano no jodió más? ¿Lograron agarrarlo? ¿Cómo es que ahora es gerente de un banco?

 En el próximo capitulo el final será develado.



[1] Primera estrofa de la canción” el  enano endemoniado”, popularizada por el grupo musical Los Frailes De Tu Hermana, escrita por Hernández/Godoy, dúo compositor del conjunto airiano.
[2] La distribución por parte de Pepota sería un claro ejemplo: una conocida señora de la ciudad que distribuyó ropa interior hecha con metal y bañada en oro, para grandes y chicos, al módico precio de diez pesos.

jueves, 19 de mayo de 2011

Capítulo 2

Llueve sobre Airas

La mañana es gris para el monstruo que despierta con su gato en la cabeza, aun no levantó la persiana pero teme que hoy habrá lloviznas aisladas provenientes del sector noroeste. Escuchame, monstruo, no vaya ponerle tanta manteca a la galletita que tenés que cuidarte…no, azúcar arriba no! Café, y galletitas con mucha manteca con azúcar es el desayuno del día de hoy. Ya cambiado se dispone a salir de su casa, abre la puerta y ve que el colectivo pasar por delante de sus narices a toda velocidad, ahora tendrá que esperar bastante tiempo hasta que llegue el otro. Por lo tanto, tiene tiempo para imaginarse una nueva historia de su personaje imaginario: Areno, el necesario. Escuchame, monstruo, no divagues, presta atención al horizonte por si llega a venir el colectivo.
El monstruo ya empieza a imaginarse a Areno en una fiesta, siendo el alma de ésta. Areno baila y se divierte, en un momento saca de su bolsillo merca y la desparrama por la mesa ratona. La divide y vienen los saques de hermosas modelos que se invitan solas y varios artistas famosos que se codean por una nueva línea; y Areno contento, él no se droga y disfruta tirado del sillón de lo que ha producido. Escucha a esa gente esnifar, el sonido empieza a tapar el tema de A tirador láser que suena de fondo a un volumen elevado. Las cabezas suben y bajan en ese mar de cabelleras de todos colores sobre la mesa, Areno baila mientras todos se drogan, es una linda imagen, piensa el monstruo: el tipo bailando y debajo de él un montón de gente arrodillada tomando merca sin parar... el tema podría ser Es parte de mí, si, me gusta.
Areno era eso. Ayer había pensado una historia el personaje en la que le cortaba la cabeza a un pibe que hablaba en una cabina de teléfono. Pero hoy la historia transcurre en una fiesta con drogas y alcohol. Dos minutos antes de que venga el colectivo piensa que los drogones mágicamente se podrían convertir en dragones que arrojan fuego por sus narices y lo entran a perseguir por toda el lugar.
Algunas gotas empiezan a caer y colectivo esta llegando. El monstruo lo toma y observa a los pasajeros de reojo, hay una pelirroja que le parece muy linda, no puede dejar de verla, ella ni lo mira. Llegando a su parada se levanta y toca el timbre. Desciende, estaba a solo tres cuadras de su trabajo cuando una lluvia torrencial lo empieza a mojar. Rápidamente se dirige a una librería de usados que justo estaba frente a él y para hacer tiempo, esperando que pare de llover, empieza a revolver algunos ejemplares. Se encuentra con Espantapájaros de Girondo y se queda un rato leyendo.
No dejará de llover en años, Airas será la nueva Venecia durante un buen tiempo, el será un pez mas bien triste, atormentado por su imaginación y desechado por una hermosa sonrisa.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo 6

Los Capos


Los capos son dos: Corrientes y Córdoba.
Córdoba camina por la vereda pateando una abollada lata de duraznos en almíbar que dos cuadras atrás había perdido su etiqueta, y que cerca de la parada de colectivos será fulminada en dirección a la avenida dando por terminado el recorrido.
Corrientes mientra baja por la parte trasera del colectivo levanta la mano para saludar a Córdoba que amablemente fue a buscarlo. Qué hace, se dicen y se responden con un todo bien. Caminan con las cabezas bajas dialogando acerca del negocio: hace muchos días que viene abarajando la posibilidad de poner un almacén ahí, en esa esquina. Te parece, dice Corrientes, y si, contesta Córdoba, tené en cuenta que ahora esos minimercados están fundiendo de a poco y es esta nuestra oportunidad para renacer y obtener un poco del respeto que teníamos en esta pequeña ciudad cuando atendíamos el videoclub. Es cierto, dice Corrientes moviendo la cabeza mostrando cierta duda al respecto, pero vos sabes que ya no es como antes, acá las cosas están complicadas. Puede ser, dice Córdoba, pero entendé que es una oportunidad, vos tenes la plata, yo también, hagamos algo, no sé… mirá, entremos al bar y nos tomamos algo mientras vemos que hacemos.
Se sientan y piden dos cafés con leche con medialunas. Córdoba mira a su alrededor como para ver si había algún conocido, solo puede ver que a su derecha está el monstruo leyendo un libro, levanta la mano para saludarlo pero éste no levanta la cabeza, sigue sumergido en las profundidades del océano Índico. Corrientes, le dice Cordoba, aquel que está allá con boina quién es. Ni idea, le responde Corrientes, parece un actor conocido, qué hará acá, seguro se perdió, andá a saludarlo. No, dice Córdoba, ni sé quien es. Yo voy, dice Corrientes, me agarró curiosidad, le pido un autógrafo por las dudas, si me dice que no ya fue, qué problema hay.
Se dirige para hablarle a ese desconocido, se le planta y le pregunta si podíra darle un autógrafo. El tipo accede, sin entender y con un poco de susto, y firma una servilleta arrugada que Corrientes saca del bolsillo. Le pregunta qué hace por acá. Él le responde que viene de visitar a un amigo que no ve hace mucho tiempo, que Airas le parece una linda ciudad y que no entiende lo de esos extraños pasamanos en la plaza de en frente. Corrientes le dice que él tampoco pero que sin embargo le daban un toque original. Y sin darse cuenta terminan hablando de las plazas de Buenos Aires y de lo feas que están, ambos aplauden las magnificas palmeras que hay en las paradas de colectivo en Airas y de su hermoso centro cultural. La charla se empieza a deformar por las ocurrencias de éste señor de boina y los chistes de Corrientes, ahora parecen dos amigos de toda la vida. Las risas llegan a la mesa de Córdoba que ya se siente aburrido e impaciente por la tardanza de éste; no se atreve a meterse en la conversación, mira por la ventana que pasa el camión de la basura, que pasa un auto rojo cuya marca y modelo no puede descifrar y un señor que camina apurado tomando a su hija de la mano, casi arrastrándola. Piensa, entonces, que las cosas en Airas no estaban para poner un almacén, las grandes cadenas de videoclubes habían hecho de ellos unos pobres miserables y lo mismo ocurriría con esta nueva incursión. Y las hojas seguirán cayendo y las personas seguirán moviéndose, y una nueva excusa para salir con la ex novia del monstruo se le estará por ocurrir antes de que Corrientes vuelva a sentarse en la mesa para tomar su café con leche ya tibio.

martes, 17 de mayo de 2011

Capítulo 1000 (post epílogo, experimento sangriento)

Quizás a la mañana podrá soportar, quizás a la tarde


A vos, a tus cafés y a las madrugadas

 
“-Mirá qué lección de estilo-dijo Andrés riéndose sin ganas- no digo que en tiempos del viejo la gente se arrodillara al oír esta música, y pienso que a nuestro parecer todo tiempo pasado no debería ser mejor. Pero lo que buscamos entender por estilo, eso, esa cosa ubicua, esa afinación perfecta en un violín cuyas cuerdas suenan y deben sonar diferentes, eso no existe más, y solamente nos queda un baúl lleno de cosas mezcladas, y es hora de vestirse y salir para la fiesta”
                                                                              
 Julio Cortazar

“-Nómbreme, por ejemplo, dos cosas que nada tengan que ver entre sí, y asócielas mediante  un vínculo que sabemos imposible en la realidad. De primera intención, en esos dos nombres la inteligencia ve dos formas reales, bien conocidas por ella. Luego viene su asombro al verlas asociadas por un vínculo que no tienen en el mundo real. Pero la inteligencia no es un mero cambalache de formas aprehendidas, sino un laboratorio que las trabaja, las relaciona entre sí, las libra en cierto modo de la limitación en que viven y les restituye una sombra, siquiera, de la unidad que tienen en el Intelecto Divino. Por eso la inteligencia, después de admitir que la relación establecida entre las dos cosas es absurda en el sentido literal, no tarda en hallarle alguna razón o correspondencia en el sentido alegórico, simbólico, moral, anagógico…”

Leopoldo Marechal


Corría por la peatonal, la oscuridad la desorientaba a cada paso, llovía barro. Las uñas de las manos se le caían a medida que aumentaba la velocidad, miraba el cielo plagado de naves sin color de vez en vez, buscando contención a medida que el pánico la colmaba, y lloraba. Sabía que si contenía la respiración unos segundos más el corazón no caería de su pecho, sabia que si llegaba él la esperaría y ella tendría barro hasta en las pupilas, sabía que estos acontecimientos tardarían en borrarse de su compleja memoria de carpa, sabía que si el ardor de sus pies se convirtiera en satisfacción y su cuerpo en realidad, la luna dejaría pasar al sol y ya ningún castor gigante la perseguiría jamás.

lunes, 16 de mayo de 2011

Capítulo 40

Ahora, un mal momento junto a Omar


Los cuerpos, encadenados, siguen marchando y ni siquiera quieren girar sus cabezas para ver, así, su barrio ardiendo en las llamas que minutos antes, con sus antorchas, los guerreros habían iniciado.
Omar, arriba del árbol, medio escondido, es espectador del gran desastre. Puede ver que su casa ya ha sido reducidas a unas pocas cenizas, con dificultad puede divisar el kiosco y la escuela que también forman parte de la destrucción. Algunas casas y no más de uno o dos autos quedan casi intactos.
Saca un cigarrillo y, tratando de hacerlo de la manera más silenciosa posible, lo enciende. El ruido del chasquido llega a los oídos del guerrero Norberto, que se encuentrabastante cerca y que ahora, con la cabeza en alto y su espada en mano, se dirige al árbol donde se esconde Omar. Éste, con el cigarrillo en la boca, cierra los ojos como queriendo teletransportarse a cualquier otro lugar. El guerrero le grita algo así como “eh, bajá de ahí”. Abre los ojos y lo ve que esta encendiendo una antorcha y tratando de quemar las hojas del árbol con la misma. Sin saber para donde salir disparado, Omar se queda inmóvil. Las llamas cada vez consumen con mayor velocidad sus partes, las ramas están por encenderse. Por la manera en que esta transpirando, Omar puede apagar el fuego con las gotas que salen por todo su cuerpo, pero antes de pensar en ello salta del árbol y cae con los pies al pasto, rompiéndose, de este modo, su pierna izquierda. Rengueando, y sin gritar “ayuda” por que sabe que lo podrán escuchar lo demás guerreros, corre hacia una cabina de teléfonos que por suerte encuentra sana y salva. Intenta marcar el número de uno de sus amigos que vive en la capital. Se equivoca, marca nuevamente. Se da cuenta que no puso la moneda, vulve a introducirla. Mientras marca, el guerrero se aproxima lentamente con su espada en alto, con el fin de cortar la cabeza sin demasiados preámbulos. Logra comunicarse.

Carlos, sos vos, escucha, me están por matar.
Qué…
Si, tengo un guerrero acá atrás mío y me la está por dar.
¿Un guerrero?
Si, boludo.
¿Es rubio?
No se, qué importa… si, es rubio ahora que lo veo bien.
¿Es más bien gordito?
Carlos, escuchame… si, es gordito, ¿por qué?
Por que puede que sea mi primo Areno, se unió a la legión exterminadora hace unos meses. Gritale “Areno” a ver que pasa, si es mi primo decile que estas hablando conmigo. ¿Te acordas mi apellido? Carlos Minervo, decile. Tu primo Carlos Minervo, que sos amigo mio, que cursamos juntos la secundaria. ¿Omar? Dale, boludo.

El teléfono cuelga mientras la cabeza de Omar rueda con gran rapidez, producto de la fuerza impulsora del corte, y llega a la avenida principal del barrio. Como ésta se encuentra en bajada, la cabeza rueda con mayor velocidad, pasa por la escuela, la plaza, la iglesia, todo era fuego, hasta llega a cruzar las vías. Sigue rodando, como si fuera una pelota de fútbol, el rostro ya no tiene nariz gracias a la deformación que provocan los reiterados golpes contra el pavimento, las orejas empiezan a desprenderse. Sus labios ocupan menos lugar en su boca y los únicos que parecen salvarse son sus ojos, sus horrendos ojos, con los que verá, si es que puede, el paisaje de un interminable viaje.

domingo, 15 de mayo de 2011

Capítulo 19

El emperador de las mareas

El monstruo se sentó y pidió un cortado. El mozo entendió su señala a la distancia. Un cortado para la mesa cuatro. A los cinco minutos se lo llevó. El monstruo agarro la taza y levantando el codo dio su primer sorbo. Se quemó, estaba muy caliente. Dejándolo a un lado para que éste se enfríe un poco, prosiguió con su lectura: estaba leyendo desde hacía días una novela titulada El Emperador De Las Mareas. Era muy larga, tenía leídas las primeras tres cuartas partes, sin embargo le faltaban unas seiscientas páginas para terminarla. Fue escrita hacía doscientos por un príncipe en Gales, que gracias a su afición por la lectura dejó escritos varios ensayos, poemas y dos novelas voluminosas. Ésta en particular quedaría en el olvido, sin dudas la más importante para la historia de la literatura mundial fue Años Blandos, una obra póstuma donde el autor describe la vida protocolar y su relación amorosa con los cipreses.
En cambió, la historia que hacía semanas el monstruo no podía abandonar trataba sobre una casería salvaje por lo mares del océano Índico, donde el protagonista, Marlon F., un joven ladrón, sin querer se mete en un concurso donde experimentados cazadores de diferentes puntos de Europa se disputaban el honor de cazar a un pez enorme que al parecer había llegado a nuestro planeta desde una estrella fugaz.
Éste pez, cuenta la leyenda, realmente existió y aun hoy está con vida. Varias agencias de viaje programan visitas guiadas por todo el océano Índico, y cientos de miles de turistas se codean desde la baranda del buque para sacarle fotos al agua con la esperanza de que éste asome aunque sea su lomo. Sin embargo, el pez nunca aparece, las agencias hacen mucho dinero y los turistas siguen perdiendo.
Sólo un testimonio entreabre las puertas de la veracidad. John Molvij, un empresario ingles, en 1899, durante un viaje de negocios pudo ver al pez. Sus características coinciden a la perfección con las descriptas por el príncipe en su novela: "catorce metros de largo y ocho de ancho, el lomo verde, el resto de su piel azul cobalto, de la parte superior de la cabeza seis cuernos dorados enceguecían por su brillo y largos bigotes negros se dejaban mover al ritmo de la danza maritima".
Claro que creerle a un vil empresario, que poco antes de cruzarse con el pez había dejado sin trabajo a cientos de obreros solo para ganar un poco más de dinero en otro lado, es difícil. Tranquilamente pudo leer la novela y de allí sacar la información. Lo cierto es que insólitamente los diarios más poderosos del mundo publicaron la noticia y su testimonio causó conmoción en toda Europa. Tanto así que unos años después, una editorial, poco antes de la segunda guerra mundial, le propone al hijo de éste empresario, heredero de una gran fortuna, publique un libro relatando el encuentro de su padre con el pez. El argumento no era menos importante, habrías grandes posibilidades de que el libro sea un best sellers. El joven aceptó. El libro sigue vendiendo ejemplares hasta el día de hoy y fue traducido a setenta idiomas.
El monstruo ya iba por la página mil trecientos, cerró el libro cuando terminó el capitulo donde el protagonista parte desde la India sin destino. Tomó el vasito de agua gasificada que vino junto al café y a una masita. Se quedó mirando unos minutos a los de la mesa que tenía al lado: un tipo rubio, concentrado, mandando un mensaje de texto y, frente a él, una niña con guardapolvo revolviendo su submarino; el chocolate, recién sumergido en la alargada taza transparente llena de leche caliente, se deshacía generando que algunas de sus partículas se queden en el fondo y otras pocas suban a la superficie y sean rescatadas por la cuchara. El monstruo, apresurado, se puso de pie, tomó su libro, dejó plata arriba de la mesa y saludó al mozo. Estaba llegando tarde a aquagym.

sábado, 14 de mayo de 2011

Capítulo 4

El amor, segunda parte

“La unidad alcanzada por medio del trabajo productivo no es interpersonal; la que se logra en la fusión orgiástica es transitoria; la proporcionada por la conformidad es sólo pseudo-unidad. Por lo tanto, constituye meras respuestas parciales al problema de la existencia. La solución plena está en el logro de la unión interpersonal, la fusión con otra persona, en el amor.”

Erich Fromm

Estábamos los dos esperando en la estación. Ella me tomó la mano. Noté en su fuerza ese mismo miedo que reiteradas veces sentía con la llegada del tren. Después me miró el cuello y me dijo que no me quería más. Así acabaron tres años y pico de relación. Seguramente aquel desenlace fue producto de un arrastre de peleas por celos, reproches e inseguridades.
En ese instante, en el que odié sus gestos, su cara, sus palabras y sus formas cuando me dijo “no te quiero más”, pensé que, finalmente, me había liberado de un peso, de una carga que ya no podía soportar, supuse un alivio. Lejos de esas apreciaciones me encontré a los pocos días cuando, revolviendo en una librería de usados, dí con un ejemplar de Espantapájaros de Girondo bien gastado. Al abrirlo, las hojas amarillentas, el olor a humedad y la frase “no sé me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias” se convirtieron en conversaciones telefónicas de madrugada y ella diciéndome que le lea “otro de esos” y yo desde la cocina, con el teléfono inalámbrico en mano, le leía otro: “yo no tengo una personalidad; soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades…”. Ese día empecé a extrañarla, a preguntarme qué es lo que había hecho mal, si se había enganchado con otro, si realmente la quise, etc.
Una pobre elaboración sobre una teoría que descartaba todo romanticismo en la sociedad haciendo hincapié en el amor como invención intelectual y no como sentimiento natural, hizo apaciguar mi nostalgia y desechar una posible reconciliación. “No creo en el amor” fue una frase que me repetí durando unos cuantos meses, meses en los que no podía dormir pensando en las muecas que hacía cuando padecía alguna película que le hacía ver y cómo me abrazaba cuando cansada de verla hacía que dejara yo también aquella historia que nada tenía que ver con nosotros y le diera fuertes besos en una mejilla.
Todas esas imágenes me traían profundos malestares estomacales e insomnio. Lo más triste es que no me quería más, quería estar sola, por lo menos eso me había dicho aquel día. Yo sí la quería, ese era el problema. Cada tanto me preguntaba si estaba enamorado o qué, no encontraba respuesta alguna. Lo que sabía era que la quería.
 Imaginaba la posibilidad de llegar a su casa y golpear su puerta, debería ser durante un domingo a la noche, sí, con una lluvia torrencial, para asegurarme de que se encuentre dentro de su casa ya que le tenía miedo a las gotas y tendía a refugiarse; y todo mojado, decirle todo lo que sentía, pedirle disculpas si en los últimos meses no le había prestado atención, que de ahora en más sería mas atento, que la iba a acompañar a donde sea cuando ella quisiera, que no había problema y que era la chica con la que pretendía estar toda mi vida, etc. Aquellas imágenes volvían a mí  azarosamente aunque con algunos detalles cambiados, al igual que mi romántico argumento, todo iba variando según mi estado de ánimo.
 Lo cierto es que no hice nada de eso, solo me refugié en el cariño que una chica botina me ofreció durante un tiempo. La conocí en un bar y desde esa noche la cosa tuvo una continuidad increíble. Ninguna similitud con ella, todo era diferente. Tengo que decir que nunca me sentí del todo cómodo a su lado si bien tuvimos grandes momentos. Al cabo de un año le dije que no quería estar mas con ella, estuvo bastante de acuerdo para mi gusto.
Desde el momento de la ruptura había tratado de seguir mi vida normalmente: estudio, trabajo, salidas con amigos, cine, recitales, etc. Eso aun perdura. Hacía cuatro años que venia haciendo lo mismo día tras día, y cada tanto me preguntaba qué estaría haciendo ella. Seguramente en la facultad de La Plata, pintando o dibujando, pensaba; donde se habría hecho muchos amigos pseudohippies, seguía pensando, y habría estado noviando con alguno de ellos, tal vez alguno de esos novios, apodado por sus locos amigos como “Lobo estepario”, o algo por estilo, le habría hecho ver alguna película de Woody Allen explicándole algo sobre existencialismo y a ella le habría encantado y se habría enamorado, cuando en realidad conmigo cada vez que ponía Manhattan se me dormía en el hombro dos minutos después de haber rezongado por las actitudes del protagonista y lo aburrido de la trama. Todo eso me daba bronca por que estaba seguro de que todo aquello le estaba ocurriendo, estaba seguro de que el ochenta por ciento de mi visión sobre su vida actual era cierta. Yo, sin embargo, seguía igual.
Me estaba por recibir de sociólogo, sin proyectos, sin futuro, no sé qué haría de mí después de tramitar el titulo. Una situación desesperante. Una soledad llevada con comodidad puede ser satisfactoria solo por momentos, la tristeza siempre presente por las noches, de domingo por lo general, a veces me hacían llorar y quedarme dormido con la cara apoyada en  almohada ya humedecida. Dormía y amanecía recordando. El puente que conducía a ese pasado, ahora tan añorado, lo transité todos los días…
Basta.
Esta historia necesitaría un final, algo para darle al lector cierta satisfacción.
Esos días de insomnio, llantos y recuerdos ya pasaron, hoy ya no la pienso. No la pienso más. Bueno, de a momentos tal vez sí tenga algún que otro recuerdo, pero éste es fugaz y se va con un poco de whisky mezclo con gaseosa. Últimamente me está gustando bastante el whisky solo, los compro en cajas de a seis para reducir gastos. Antes era de tomar cerveza, ahora tomo bebidas mas fuertes; dos o tres vasitos de ginebra para comenzar el día, en invierno, no está nada mal. Tampoco como demasiado, el almuerzo pasa de largo, me detengo a comer un poco de lo que haya recién a la noche. Tengo la necesidad de fumar más y mas, estoy llegando a los dos atados diarios, pero eso no me preocupa.
Ahora que lo pienso, ayer me acordé de ella. Torpemente me quedé dormido en el baño, medio abrazado al inodoro, y creo que al despertar la vi acostada en el sillón de su casa medio tarareando medio cantando una canción de Spinetta: “… que nadie tiene un sueño sin laureles, que tu cuerpo al menos esté limpio para ir…”. Yo la contemplaba: ella en el sillón, el sol entraba por la ventana acariciando sus mejillas, su risa mientras trataba con los ojos mirarse el flequillo y seguía cantando el tema. “arara ra raaaararaa, rarara raaaara, raraa”, siguió,ahora sí, un verdadero tarareo, ya no se acordaba la letra. Después me dijo si quería comer galletitas con dulce, que se preparaba unos mates. Ella le ponía mucho queso blanco y mucho dulce de leche a las galletitas, yo solo manteca. Me besó y me dijo que mañana la acompañe a no se que lugar y yo le dije que no podía, y a los segundos salió la conversación sobre El amor, primera parte: cómo era posible que yo haya visto esa película me decía, yo le decía que la había enganchado en cable dos o tres veces. Tomamos mates mientras discutíamos sobre el titulo, por qué primera parte y no simplemente el amor, o qué pasó, ¿se cruzaron el bondi y no sintieron nada?
 Sí, era un sueño más que un simple recuerdo, por que ya ni recuerdo haber vivido eso, no me acordaba que conocía ese tema del flaco. Lo de la película sí.
Intenté escribir sobre una segunda parte, pero evidentemente me fue imposible. No queda nada, a menos que la vuelva a ver; una nueva conversación, después de 6 años, daría lugar a una verdadera segunda parte quizás. Nacería por segunda vez aquello que habíamos conservado durante años y dejamos ir, o dejó ir ,mejor dicho, en una estación de tren, el 3 de septiembre de 2008 y la puta madre que la re mil parió.

Canto introductorio

Pancho

Oh, qué pancho eres
Pancho naciste y pancho serás
Levántate, oh, pancho
Pero no tropieces
Hoy es lunes

Oh, qué pancho eres
Acelera el paso de una vez
Ahora corre, oh, pancho
Pero no tropieces
Hoy es lunes

Tu mirada
Ayer
Produjo risas

Tus manos
Ayer
La hicieron caer a tu lado

Y tropezaste

Oh, qué pancho eres
Cuando tu la tengas
Las montañas se invertirán
Y las camas dejarán de hacerse

Oh, qué pancho eres
Detrás de las lagañas estas tu
No lo olvides, apúrate
Y así, ni los más vivos te entenderán

Tus palabras
Hoy
Satisfacen

Tu boca
Mañana
Sabrá qué hacer

Oh, qué pancho eres
La esquina donde te sientas siempre a convertir tus deseos en conclusiones,
se transformará en una esbelta estatua de tu lejana e irreconocible posibilidad
Y seguirás apresurando el paso

El impenetrable futuro te tendrá tropezando
Tu,
Oh, pancho
eres un tropiezo de la humanidad

viernes, 13 de mayo de 2011

El Bohemio va

Litto, espero que alguna vez leas este blog.
La cueva ésta donde se pierden las melodías pero a las palabras se las ubica, aunque con cierta dificultad. 
Eso está por verse.
Digamos que no es una cueva, es una página de internet donde cualquier mortal con acceso puede intervenir, no exageremos. 
Algunos dicen que el mundo ha cambiado pero vos crees que no pasa nada, y tenes razón. 
También estabas en lo cierto cuando decías que entonces el revolver era un hombre legal, aunque nunca lo entendí. 
Lo que sí entendí bien es lo de ese ratón en vacaciones. Gran frase.
Bueno, aquí te estarán esperando un montón de cosas para ver, leer y tal vez escuchar.
Espera saludarte
ELECÉ

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Sí, me parece fantastico, elecé