martes, 20 de septiembre de 2011

Capítulo 42

Último escrito de Corrientes encontrado en los cajones de ese imposible escritorio que da a la ventana:

Andá

Tira todas las piedras antes de comenzar.
Un lugar y ella ahogada en densidades rojizas,
como en cualquier tarde del mundo.
Tarde ahora perceptible por el narrador.

Trata de alejarse de la tierra
Y se eleva, naturalmente.
Alcanza a atravesar una nube y se ríe.
El narrador no comprende la composición de las nubes.

Pretende ir más allá,
las estrellas siempre estuvieron presentes en sus sueños,
“¿Qué es un planeta?”
El sudor se deja ver en la frente del narrador.

Ahora no decide su rumbo, está varada en algún lugar.
El narrador no sabe si volverá,
“su siniestra coraza divagadora no le permite darse vuelta para mirarme,
su intrépido andar también le impide continuar”.

Él no deja de preguntarse.
Ella no deja de parpadear ante tanto esplendor.
Él no quiere desvanecerse.
Ella no deja de parpadear ante tanto esplendor.

Las piedras se hunden y habrá que buscarlas,
la tarde sigue siendo tarde
y acá nada es tan importante, narrador. Andá.

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