domingo, 9 de octubre de 2011

INTHELASTONE

14

Al despertarme me di cuenta que estaba vivo. Luego de una zambullida hacia la profunda oscuridad atemporal abrí los ojos como pude y, en un segundo, caí en la cuenta de que tenía vida, que me tenía que levantar de la cama e ir a almorzar con mi familia. Los siguientes dos segundos fueron los más dolorosos: la instantánea depresión  tras el recuerdo de una desafortunada circunstancia y sumémosle también la resaca, todavía sentía el gusto de la cerveza en mi boca y estaba seguro de que si produjera una chispa todo mi cuerpo se vería envuelto en llamas. Pensé que aquel recuerdo estaría presente durante semanas, meses. No podría soportarlo, me dije. Mientras me ataba los cordones una serie de rápidas reflexiones entraban y salían: “me tengo que olvidar, ella nunca fue tan importante para mí, si hizo eso fue por que esa chica nunca fue para mi… tengo que viajar donde sea, tal vez el otro fin de semana me vaya a la costa, tengo que conocer otra gente…también leer y escribir, lo que me gusta a mí…tendría que escribir sobre lo que pasó anoche pero sin mencionar el episodio específicamente, sino darle una vuelta… no, solo escribir lo que se me pasó por la cabeza cuando me desperté a la mañana siguiente y ese dolor del recuerdo… hablar sobre la melancolía, puedo mencionar que en una entrevista Fabián Casas dice que él se considera un ser melancólico y que a veces utiliza esa melancolía pero también trata de evadirla, por que sino terminaría siendo un masoquista… y, justamente, aclarar que me identifico con Casas… por qué no, también, contar las ganas que tenía de salir de mi casa una vez terminado el almuerzo, la necesidad de despejarme aunque sea viajando en colectivo, yendo al cine…y sí, acotar las reflexiones que tuve cuando me ataba los cordones por que sino el lector pensaría que soy un pelotudo por que tardo demasiado tiempo en tan simple emprendimiento…”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario